domingo, 27 de enero de 2008

Revelando una Misión

Buenos Aires 22 de Junio del 2007 ¡Gracias, gracias, gracias! Gracias por comprenderme y por la autenticidad que me trasmiten tus palabras. No se si ha sido el paso de los años o las historias vividas, pero es la primera vez que te siento “a corazón abierto”. Y eso me alegra profundamente. ¡Nunca creí que esto iba a suceder…! Bien……Otra vez mi omnipotencia como señalas en tus palabras, pero me conoces y sabes que su origen ha sido defensivo… ¡Lo importante es que sucedió! Y celebro“leerte” tan diferente por ti y, fundamentalmente, por tus afectos. Gracias por aceptar mi pedido y por ponerte a mi servicio. No creas que no entienda tu necesidad de verme, hablarme y conocer con precisión los detalles de nuestro infierno. Pero aún no es el momento. Vayamos paso a paso. Compréndeme, no estoy jugando a “la mujer enigmática” ni abusando de mi histeria en estas notas…. Simplemente dame un voto de confianza, es imprescindible que lentamente me conecte con mis estados emocionales más primitivos y te cuente lo sucedido… No es esto perversidad por mi parte, es casi una misión que asumí por nuestro hijo muerto. Es extraño, no se si podrás captar el dolor que empieza a invadirme…. ¿Por qué escribí “hijo muerto”? …. ¡Es trágico asociar una misión a la muerte de un hijo! En especial, cuando siento que é ya llevaba mucho tiempo en las sombras… Tanto, que simplemente se pudo prolongar su agonía en vida…. Te cuento que Ismael, creo hasta aquí no te había mencionado que así se llamaba nuestro hijo, llevaba el nombre de mi abuelo y murió el mismo día que él, un 17 de noviembre. Que curioso, yo estuve presente en ambas, como siempre en mi historia, observando los rostros de mis seres queridos en el momento final, rezando por sus almas y rezando por la mía…. Ismael era de otra época, demasiado valiente para estos tiempos que corren, demasiado sensible para que su mamá fuera tan omnipotente. No se si lo entendí pero lo amé, como jamás imaginé fuese capaz de amar a alguien, con la brutalidad de un sentimiento que reunía muchos otros que habían estado ocultado hasta entonces…. No se si me entendió pero me amó, con la desesperación de ser saberse el centro de mi vida y el temor muy profundo a que lo abandonase…. Los dos sabíamos de esto y ese era nuestro gran secreto, secreto que determinó el desenlace de su vida. ¿Sabes? Escribía como los dioses y su realismo era admirable, era tu calco en esto. Además, tenía un sentido exquisito de la estética y odiaba cualquier deporte que pudiese ocurrírsete, fundamentalmente el fútbol…. ¿Qué tenía mío? Los ojos, y la expresividad excesiva, el disfrute y la tragedia siempre a flor de piel. La teatralización de la vida como un recurso para sobrellevar el dolor. Era un niño hermosísimo. En la escuela tenía etapas, algunas brillantes y otras desastrosas, durante las cuales lo traté siempre igual. No tenía idea que hacer con él… Por un lado lo amaba demasiado para encauzar su educación, y por otro no creía que nadie pudiese hacer esa tarea mejor que yo…. Siempre mis creencias… El amor lo validaba todo… ¡Esa era mi convicción, ese mi desborde! Mi desborde… te obsesionaba tanto como a él. Desborde que a la vez los fascinaba y los ponía en estado de alerta. Mi desborde… Producto de mi admiración al miedo… ¿Te sigue pareciendo loco que admirase al miedo? Te cuento que lo sigo haciendo. Una experiencia gloriosa en mi vida con la cual Ismael debió convivir. Cuando terminó el séptimo grado, no quiso seguir estudiando y en principio lo consentí. Inmediatamente papá se opuso y, ocupando un rol que nunca había ejercido hasta entonces, lo convenció de continuar la secundaria. Pero esto no fue todo. Lo convenció de comenzar en una escuela técnica y de acompañarlo los fines de semana a pescar. ¡Me parecía un disparate que Ismael se pegase tanto a papá! ¡Pero estaba cansada por aquellos días…! Mamá ya había muerto y también el abuelo…. El abuelo… que bendición en nuestras vidas…. Agradezco a Dios que Ismael haya compartido tantas horas con él…. Era su cable a tierra, el equilibrio y la seguridad frente a mi desborde…. De nuevo mi desborde… Reaparece en esta carta al igual que en mi historia, una y otra vez, interrumpiendo mi relato. Disculpa si te confundo cuando empiezo a hablar de mí, en lugar de hacerlo sobre Ismael… Es que me es imposible no trasmitirte lo que siento. No creas que olvidé el motivo de tu ida, o el rechazo que siempre te provocó mi mundo emocional… Pero nunca pude evitarlo y mucho menos ahora que la tristeza me invade y debo detenerme un momento. Retomo llorando y riéndome al mismo tiempo. Me conmueve profundamente conectarme con los años que Ismael era ese jovencito rebelde que empezaba a convertirse en todo un muchacho. Revivo tantos momentos. Hay tantas anécdotas que los describen… Vale que te cuente una, el día en que el abuelo tocó el timbre de casa vestido de payaso. Traía un globo para mí y un ramo de flores para Ismael. Nos cocinó un asado, lavó los platos y arregló la pileta del baño que hacía años perdía…. Así era el abuelo…. Así disfrutábamos Ismael y yo su presencia. Murió un sábado por la mañana, vaya a saber como…. Lo encontré tirado en el lavadero de su casa, seguramente después de haber desayunado ya que la taza con restos de te y las galletitas estaban todavía sobre la mesa. Me acerqué y coloqué mi oído en su pecho. Su corazón latía muy suavemente y no había otra señal de vida. Sus ojos me suplicaban dejarlo morir. Igual llamé una ambulancia, que llegó de inmediato. El médico lo examinó y dijo que era un infarto. A mi no me importaba el motivo, simplemente quería que pasase ese momento cuanto antes. ¡Yo sabía que ya era su hora! Desde la muerte de la abuela, hizo grandes esfuerzos por ocultarnos su tristeza, pero estaba claro que no quería vivir más. ¡Que desprotegida quedé entonces! Tuve el terrible presentimiento de que esta pérdida marcaría nuestras vidas. Temí por Ismael, sería este el primer gran duelo para él y yo no podría contenerlo…. Era este mi primer duelo verdadero…. En mi vida hubo otros duelos: el de la abuela, el de mi hermano… el de mamá. Todos intrascendentes. …. Nada mío se fue con ellos, nada de ellos quedó conmigo No tenía en vida ningún lazo afectivo fuerte… ¿Por qué tenerlos a su muerte? Ya se, otra vez hablando de mí, y de nuevo sin ser conciente de hacerlo…. Y otra vez llorando… ¿Por qué siempre no puedo adecuarme? Muchas veces sentí miedo de haber amamantado a Ismael con esta sensación de “no encajar” en ningún lado. ¿Recuerdas que nos prometimos engendrar un hijo con nuestras rebeldías? Así lo hicimos, pero tu faltaste y lo alimentaron sólo las mías. Perdóname, no tenía por qué escribirte esto, se que puedes creerlo un golpe bajo, pero me prometí no corregir ni una letra en estas cartas…. No paro de llorar. Todo mi cuerpo lo hace y ya puedo seguir, empiezo a marearme…. Cuando me veía así, Ismael me abrazaba muy fuerte, me cantaba al oído…. Y en este momento lo necesito y me parece escucharlo… Lo escucho, lo veo….. Está cantando el Ave María, ya no puedo resistirlo…. No me abandones ahora, espera mi próxima carta…..L.

El Regreso

Buenos Aires 20 de Junio del 2007 Me juré y perjuré que no volvería a escribirte, desde aquel sábado en el cual desapareciste de nuestra historia. Y bien digo nuestra, porque supongo recordarás que estaba esperando un hijo tuyo en aquel momento. Fue un varón, pesó 4 kilos. ¡Era un verdadero sol! Lamentablemente murió, y hace apenas dos días. No desesperes, no estas obligado a seguir leyéndome ya que no te será fácil lo que se viene. Vale si aclararte que no se trata del ajuste de cuentas de aquella jovencita despechada, que hoy después de veinte años, quiere cobrarse revancha. Nada de eso. Simplemente vas a encontrar el relato de una madre dolorida, que abandonó su orgullo de mujer, y se decidió a pedirte ayuda. ¿Y te preguntarás por qué? ¿Por qué justamente ahora, cuando ya nada nos une? Ojalá no hayas olvidado mi teoría de los talentos personales. ¿Recuerdas por qué nos complementábamos? Mi talento consistía en captar las sensaciones más puras y en su estado más caótico… El tuyo en ponerlas en palabras….. Yo no lograba darme a entender sin tu ayuda y tu no decías nada que te pusiera en juego sin mi compañía. Bien, necesito entonces una vez más la ayuda de tu talento para poder contarle al mundo lo que sufrió nuestro hijo. Necesito expresar la desesperación que marcaron sus últimos días y los míos, para liberarme de un dolor que hoy me asfixia. “Debo hacer por su recuerdo lo que no pude hacer por su vida…..” A esta altura ya tendrás una idea del caos emocional que me invade, y que sólo tu podrás decodificar y traducir ….. No es mi intención forzarte ni obligarte a nada. Y eres conciente que nunca lo he hecho. Desde nuestra separación, no he sabido absolutamente nada de ti, ni tampoco intenté averiguarlo. Siempre respeté tu decisión de alejarte y sigo haciéndolo. Pero este pedido se trata de otra cosa, que excede nuestra historia personal. No debe haber otro hombre sobre la tierra que conozca tan bien mi orgullo, mi necedad y omnipotencia, que te aclaro siguen hoy intactos. Pero este pedido los puso a un lado, para pedirte ayuda. Te repito una vez más, no quiero forzarte pero si llegaste hasta el final de esta nota y algún párrafo te conmovió o sentiste bronca, nostalgia, alegría, culpa, resentimiento, despecho, o lo que diablos fuese, sólo si algo de esto te pasó, espero tu respuesta. De no ser así, olvida mis palabras con total tranquilidad y confianza. Te aseguro, nunca más tendrás noticias mías. Un fuerte abrazo L.